sábado, 12 de diciembre de 2015

La educación


Desde un centro educativo, conocemos muy bien el término educación, pues estamos trabajando por y para ella, cuando la educación por Ley, tiene que venir desde casa… ¿Por qué no la vemos diariamente en nuestras aulas? ¿Por qué tenemos conflictos todos los días? ¿Por qué no respetan y se respetan más los niños? Hay muchas preguntas y más que nos hacemos muchos días, pero la realidad nos deja muy claras dichas respuestas…



Cada familia tiene una forma de ser, una forma de pensar, una forma de educar… y si a eso le sumamos que en todas las familias hay conflictos (en TODAS, en la mía la primera), situaciones adversas que sobrellevar, historias y situaciones difíciles… dicha colaboración a veces se vuelve un tanto complicada. Todo esto sin tener en cuenta a niños y niñas con dificultades específicas, discapacidades concretas…

Veamos de forma rápida el término educación para unificar criterios (aunque ya lo conozcamos).
El término educación tiene un doble origen etimológico. Por un lado encontramos educare, vinculado a los significados “criar” y “alimentar”, y que normalmente se identifica con las tendencias educativas o acciones que de manera externa se llevan a cabo para formar, criar, instruir o guiar al individuo. Se refiere por tanto a las relaciones que establece el individuo con el ambiente.

Por otro lado, el verbo latino educere, significa “conducir fuera de”, “extraer de dentro hacia fuera”. Desde esta postura, la educación se entiende como el desarrollo de las potencialidades del sujeto basado en la capacidad que tiene en sí mismo para desarrollarse; más que la reproducción social, este enfoque plantea la configuración de un sujeto individual y único. 

 Estas dos vertientes nos ofrecen visiones contrapuestas, y según qué tendencia se decida seguir así estarás en coherencia o no con el sistema educativo imperante. Nuestro sistema educativo sigue la primera tendencia (“criar”), aunque hay mucha diferencia de opiniones en materia educativa y escolar hoy en día (distintos modelos educativos y escuelas, formas de pensar, autores, profesores, padres…), pero esta cuestión es argumento de otro debate distinto.

Para no evitar malentendidos, voy a basar el desarrollo de este apartado en la primera definición: criar, instruir y guiar al individuo; ya que pretendemos conducir un grupo de niños mediante juegos  guiados, ya que es la dinámica que, como conductores de la educación de los niños, utilizamos. Sin embargo, no olvidaré la segunda definición, porque la nueva Ley de educación LOMCE, en España, tiende a potenciar las capacidades individuales. 

Como educadores, es imprescindible y necesario trabajar en coordinada sincronía con los padres (también son educadores, son o deberían de ser los principales educadores), porque sin su ayuda o sin este trabajo de equipo, la brújula interior del niño pierde el rumbo lógico. La implicación de los padres no sólo se hace necesaria, sino que es de vital importancia. En este caso, y a modo de ejemplo, si un niño realiza juegos en la escuela con un enfoque desde el control emocional, y por las tardes, realiza entrenamientos deportivos con en un foque puramente competitivo y sin gestión de emociones, estamos incurriendo en incoherencia, produciendo desajustes en su educación y conflictos añadidos que se sumarán a su desarrollo de forma acumulativa.



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