sábado, 12 de diciembre de 2015

La enseñanza

La enseñanza pierde su finalidad si su destinatario no desea ser enseñado, como ya vimos con el aprendizaje. En éste, entramos los “educadores” en juego.

Como padres, somos el primer educador del niño. Tenemos que aceptar que nosotros no somos los dueños de nuestros hijos, fuimos el canal a través del cual ellos vinieron a este mundo, pero implícita en esta acción estaba la responsabilidad, entre otras muchas, de educarle y salvaguardarle. Además encontramos que los niños tienen derechos y obligaciones según el Código Civil español (arts. 154 y 155 respectivamente). 
El conocimiento, los valores y las dinámicas de interacción con él establecerán las bases sobre las que él construirá su personalidad y la imagen del mundo del que forma parte. Mundo, en el que de adulto tendrá que desenvolverse por sí mismo. 

Los niños aprenden de su entorno inmediato y lo que perciben a través de sus sentidos (principalmente vista, oído y tacto), por eso todo aquello que rodee al niño, sea persona, objeto o medio, va a determinar sus intereses y motivaciones (televisión, redes sociales, debates, opiniones, disputas, encuentros familiares, actividades extraescolares, expresiones artísticas…), ejerciendo una influencia en él, que mal enfocadas traerán a la postre consecuencias desafortunadas. Por eso, permitir que un programa de televisión, una película, un videojuego, determinadas descargas de internet… formen parte de la educación de nuestro hijo, es muy arriesgado, si no analizamos previamente los estímulos o mensajes que aportan. A veces, disfrazamos esta negligencia con la justificación de querer ver felices a nuestros hijos, o minimizando su influencia al clasificarlo de entretenimiento, pero esto puede resultar un elemento de alto riesgo que incluso afecte a su desarrollo físico (sistema nervioso, sistema neurovegetativo, sistema cardíaco, sistema inmunológico, aparato digestivo, respiratorio…), psicológico (interpretación perceptiva errónea, formalización de esquemas conceptuales equivocados, perpetuación de estereotipos y prejuicios, justificación de la violencia como forma de resolver conflictos…) y emocional (desajustes en las expresiones emocionales de ira, rabia, miedo, tristeza, sorpresa, asco o alegría). 

Es muy importante que, como padre, se entienda que lo que se “espera” de él va a condicionar su niñez, adolescencia, e incluso, su consolidación como adulto joven. Por tanto, debemos mantener bien diferenciadas nuestras expectativas, de las que tímidamente empezará a tener él. Los niños precisan orientación y dirección en un mundo que aún desconocen, por eso las normas son necesarias para ayudarles a entender principalmente el entorno social y familiar. Pero la norma que rige a todas es el amor. Un niño que se siente amado, es un niño seguro y emocionalmente equilibrado. Se siente aceptado, miembro del clan. 

Diferenciemos educación de enseñanza. Educación es todo lo que compete al niño de forma bidireccional, es decir, adulto y niño participan activamente en el aprendizaje de éste último, y conlleva necesariamente aprendizaje; mientras que la enseñanza es todo cuanto trasmitimos al niño de forma unidireccional, o lo que es lo mismo: el niño es objeto pasivo, y puede o no conllevar aprendizaje, o bien, en menor o mayor grado. 

Los niños no son ni malos ni buenos, simplemente son… 

Aprendamos de los niños a no tener juicio, pues el juicio lo incluye la sociedad adulta, los padres, la TV, las películas o dibujos animados… y siempre va en contra nuestra. 

Veamos un ejemplo de la mente de un niño, libre de juicio: 

«Desde los ojos de un niño»


Para terminar, quiero compartir la explicación que el maestro zen Thich Nhat Hanh (nominado para el Premio Nobel de la Paz, escritor de más de cien libros, poeta…) hizo sobre el ego y que ya publiqué en otra entra del Blog (http://educandoeldespertar.blogspot.com.es/2015/10/el-verdadero-sentido-de-la-socializacion.html). Es muy importante que lo tengas en cuenta, porque el sentido común, el cariño y la convivencia respetuosa son la unica forma de solucionar conflictos, aunque a veces duelan.


La violencia y las guerras ya nos han demostrado una y otra vez a lo largo de los miles y miles de años que lleva la raza humana en La Tierra que no solucionan nada, de hecho seguimos con miedo, violencia y países en guerra...,

...despertemos.



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