domingo, 20 de diciembre de 2015

Las emociones

El ser humano se diferencia del resto de seres vivos que pueblan la superficie del planeta, le caracteriza su increíble capacidad de razonamiento, comunicación y adaptación, pero esta descripción no estaría completa si no mencionase que además el hombre es un ser puramente emocional.

Abre la puerta de tus emociones


La emoción es un proceso en el que intervienen diferentes estímulos relevantes o condiciones que lo desencadena, que implica diversos niveles de procesamiento cognitivo, como los procesos valorativos, cambios fisiológicos o de activación y expresión emocional. Dicho proceso condicionará nuestra actuación o mecanismos para afrontar una situación determinada.

Esta última consideración pone de manifiesto una de las tres principales funciones de la emoción: la adaptativa. Pero además, la emoción cumple otras dos funciones, una social, dado que comunican nuestro estado de ánimo, y otra motivacional, ya que facilitan conductas motivadas.

Seis son consideradas emociones primarias por emerger en los primeros momentos de nuestra vida, y de las que derivarán muchas otras (Ekman, 1992, 2003):

MIEDO – IRA – TRISTEZA – ASCO – SORPRESA - ALEGRÍA

Existe otra serie de emociones secundarias (culpa, vergüenza, orgullo, celos...) que no derivan de éstas y que son fruto de la socialización y del desarrollo de capacidades cognitivas del sujeto. Este tipo de emociones también son llamadas sociales o autoconscientes dado que tienen que ver con la aparición de la identidad personal, la internalización de ciertas normas sociales (qué está bien y qué mal) y la capacidad de evaluar ambas.

Como padres y educadores tenemos un papel de especial relevancia en la socialización y desarrollo madurativo de los niños. Debemos atender, entender, canalizar y gestionar las emociones de los mismos adecuadamente para potenciar sus cualidades y preservar su estado óptimo de salud física y mental.

Debemos diferenciar la emoción de sentimiento. El sentimiento es la experiencia subjetiva de la emoción, es decir, la evaluación que el sujeto realiza cuando se enfrenta a una situación. Un sentimiento es la confluencia de un pensamiento y una emoción, la interpretación mental de la emoción en base a antecedentes, ámbito contextual, cultural, social…

En la actualidad ya nadie pone en duda que las emociones son condicionantes, agravantes y causa de múltiples trastornos y enfermedades. Pero, y si bien desde la medicina convencional y la psicología son abordados con tratamientos farmacológicos y terapias, se continúan tratando los efectos de las emociones y no las causas.

La controvertida afirmación de Carl G. Jung, «La enfermedad es el esfuerzo que hace la Naturaleza por sanarnos», es compartida por muchos autores (Hamer, Christian Fleche, Salomon Sellam, Enric Corbera, Marc Frechét…) quienes afirman que una gestión incorrecta de las emociones es causa principal de enfermedades.

El ser humano en el trascurso de su evolución ha olvidado conversar con su naturaleza interior. Por ello, no culpemos a nuestra biología por expresarse en un lenguaje que no recordamos. Prestemos atención a su mensaje manifiesto, la enfermedad, y pongamos los medios para evitarla o contrarrestarla.

La mayoría de las veces, las dolencias físicas vienen fundadas por la no expresión del dolor emocional. En psicología, una emoción o un sentimiento es una energía que necesita ser expresada. Cuando ésta se reprime, se imprime en nuestro inconsciente condicionando nuestras conductas y comprometiendo nuestra salud. A la emoción reprimida se la conoce como emoción oculta.
Esta emoción es la mayor causante de conflictos programantes, que condicionará nuestra conducta en situaciones análogas futuras y cuyo efecto acumulativo pondrá en riesgo nuestra salud.
Los niños observan y analizan constantemente las conductas de sus padres, su forma de hablar, prohibiciones, libertades, expresiones, placeres permitidos, placeres censurados… de las que deducen “cómo se debe vivir la vida”.

Mediante la socialización, las impresiones registradas inicialmente en el entorno familiar se amplían exponencialmente. El niño aprende qué pensamientos, sentimientos o emociones pueden ser expresados públicamente y cuáles no.

La emoción social por el contrario, es aquella que, en base a nuestras creencias, sí nos permitimos mostrar. Nuestro perro guardián le permite el paso, ya que sabe que socialmente serán, cuanto menos, admitidas (eluden el "qué dirán").

Así, la infancia es cuando las normas, pautas y creencias empiezan a fraguarse, siendo la madre el referente más próximo al niño. Por ello, dejo pendiente hacer una mención especial a la madre.

Por otro lado, el sistema y los medios de información y comunicación, utilizan nuestras emociones de forma arbitraria o conducida, haciéndonos sentir alegría, miedo, asco, ira o tristeza, con distintos fines e intereses comerciales. Pero más nocivo aún, es la difusión de vídeos e imágenes en las que se ve comprometida la dignidad, integridad y sensibilidad de las personas. Veamos algún ejemplo de videos donde algunas personas se caen o sufren, mientras que otros se ríen...



Pongámonos en la piel de quien "sufre" la caída, golpe o broma intencionada. ¿Te gustaría ser objeto de una experiencia similar? En caso de una caída fortuita, ¿qué reacción desearás ver en los demás? Tan sólo imagina el resultado de sumar un fuerte impacto emocionalal al daño o dolor físico.

Deberíamos transformar lo que nosotros consideramos "bromas", en humor verdadero: aquel en el que todos los involucrados se rían. Que alguien se asuste, se agustie o haga daño no debe ser un modelo que represente la diversión. Fomentar este tipo de aprendizajes, sobre todo en niños, puede pasarnos factura en situaciones reales en las que se precice un correcto control emocional.

Las emociones deben ser expresadas, tanto las positivas, alegría, entusiasmo, euforia (socialmente admitidas), como aquellas consideradas negativas, enfado, ira, miedo... Ambas llevadas a extremo no son admisibles, por ello trataremos de gestionarlas debidamente buscando el equilibrio.

Veamos algún ejemplo de videos más elaborados y que seguro nos hacen reír, sin que por ello ninguno de los involucrados se sienta ofendido o indignado:



Si queremos crear humor, hagámoslo de calidad, en tanto que "actores" como "espectadores" pasen un rato alegre y divertido. Cambiemos el enfoque, fomentemos el sentido común y hagamos un mundo mejor.

Las emociones se contagian, sean cual sean, ya hay muchos ejemplos... ¿Qué emoción quieres contagiar tú?

Para finalizar, recuerda:
  • Quien fomenta el miedo, siente miedo;
  • quien fomenta la ira, siente ira;
  • quien fomenta el asco, siente asco;
  • quien fomenta la tristeza, siente tristeza;
  • quien fomenta la sorpresa, siente sorpresa;
  • quien fomenta la alegría, siente alegría.

¿Qué emoción quieres fomentar?



Para más información, puedes remitirte al libro escrito por mí y que desarrolla de una forma más amplia todas mis investigaciones hechas hasta el momento:

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