Actividad
física es todo conjunto de movimientos del cuerpo que resulta un
gasto energético mayor a la tasa de metabolismo basal.
La
conciencia social actualmente confunde actividad física con deporte,
incluso cuando los facultativos médicos recomiendan deporte, en
realidad quieren decir actividad física.
Distintas
investigaciones concluyen que la práctica deportiva puede resultar
nociva para la salud, en tanto que la actividad física beneficiosa,
contemplada dentro de unas pautas. El cuerpo está preparado para el
movimiento, de hecho favorece distintas funciones fisiológicas
reportando considerables beneficios físicos (regula la presión
arterial, mejora el tono muscular, la flexibilidad y movilidad de las
articulaciones, la respuesta inmunológica y la capacidad
cardiorrespiratoria, aumenta la elasticidad muscular, incrementa la
densidad ósea, da más energía y capacidad de trabajo…) y
psicológicos (mejora el estado de alerta, incrementa la sensación
de bienestar general, aumenta y fortalece la autoestima, mejora la
calidad del sueño, disminuye el estrés mental…), entre otros.
Pero,
¿qué es salud? Nuevamente nos encontramos con un término
extensamente utilizado, en ocasiones de forma ambigua. Por ello
quiero compartir en este apartado la definición de salud elaborada
por la OMS (Organización Mundial de la Salud):
“Es el estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.De la cual se deduce que un perfecto estado de salud es el resultado del equilibrio entre el plano físico, mental y social de la persona. Si uno de los tres se ve alterado, la salud o bienestar se resiente.
Una persona con una rutina de vida sedentaria no desarrolla una cantidad mínima de movimiento al día, por ello su cuerpo en su infinita capacidad adaptativa, se acomodará a dicho estado, regulando su actividad corporal y mental ralentizándola poco a poco. La tonicidad muscular disminuirá, podrá padecer alteraciones de sueño, digestivas, cansancio generalizado…
El
movimiento, como ya he dicho, es necesario para facilitar el correcto
funcionamiento del organismo, y así debe de ser, por lo que si
debido a tu situación personal o laboral, eres una persona
sedentaria o poco activa, te recomiendo pongas en práctica sencillas
medidas que garanticen un mínimo de movimiento al día (aparcar el
coche una manzana más alejada y terminar el trayecto caminando,
subir escaleras en lugar de tomar el ascensor –no es tan
recomendable bajar escaleras–, levantarse 10/20 minutos antes y
realizar una rutina de ejercicios sencillos…). El cuerpo y tu mente
lo agradecerán, y tú lo notarás. En realidad estas sencillas
pautas pueden ser los primeros pasos para adquirir nuevos hábitos.
Pero debo advertirte: No cometas la imprudencia de realizar un
deporte o matricularte en un gimnasio un mes y luego abandonar toda
actividad. Una vez tomada una decisión así, lo conveniente es
realizar la actividad escogida de forma continuada. Este tipo de
acciones son muy comunes y suponen para la persona sedentaria más
perjuicio que beneficio. Las dietas es un buen ejemplo análogo. Si
haces algo, tienes que estar motivado y convencido de tu decisión,
evalúa previamente las repercusiones que este cambio tendrá en tu
vida. En este caso, las cosas temporales no funcionan.
Toda
actividad física que exija un aumento significativo de movimiento y
tasa cardíaca, desviando a ésta del rango establecido como normal
(50% de las pulsaciones máximas de cada uno; por ejemplo, 90
pulsaciones por minuto en una persona de 40 años, no entrenada)
supone que el organismo se estrese y ponga en marcha mecanismos que
acompañen esa demanda energética extra, produciendo entre otras
sustancias, catecolaminas (adrenalina, noradrenalina, dopamina…)
que son hormonas y neurotransmisores que se vierten al torrente
sanguíneo para ayudar a nuestro sistema a afrontar la demanda de
oxígeno y glucosa extra requeridos. Además, las articulaciones
tienen que empezar a lubricar líquido sinovial (diartrodiales), el
sistema termorregulador del cuerpo acumulará más sangre (restándola
de otros sistemas, como la digestión), el sistema nervioso central
focalizará la atención y otros procesos cognitivos básicos en la
actividad en curso, restando recursos a otras actividades
simultáneas… Y si además sumamos un componente emocional de miedo
o ira, el cóctel puede resultar muy nocivo para nuestra salud (se
marcha el autobús, llegaré tarde al examen/trabajo; pienso en
sucesos negativos o que me preocupan mientras realizo la actividad…).
Nuestro
organismo está dotado de un software perfecto para hallar el punto
de equilibrio en cada situación (homeostasis). Pero un uso abusivo y
continuado de este sistema perfecto puede hacer que se deteriore, y
con ello nuestra salud.
Cada
deporte debe contemplar una preparación física específica para
compensar el desequilibrio bilateral, cráneo-caudal y
anteroposterior físico que produce cada técnica específica,
también debe tener una preparación y organización psicológica
para contrarrestar posibles desajustes psicológicos y
emocionales.
La actividad física es individual y personal, cada uno tiene un cuerpo con una fisionomía que responde de distinta manera, además de intereses y formas de gestionar las emociones específicas.
Si
tu objetivo es la salud, y eres adulto joven o adulto maduro, la
actividad física es la mejor opción, pero si eres niño tu único
complemento debería ser sólo el juego o una actividad física lúdica... nunca deporte. Éste
último solo es válido si te planteas otros objetivos distintos a la
salud.
Para
que la actividad física cumpla su objetivo de salud, tienes que
seguir unos criterios mínimos, que si desconoces deberías solicitar
a un facultativo experto en esta materia (licenciados en Educación
Física, doctores en Educación Física, preparadores físicos
especializados en actividad física y no en rendimiento deportivo).
Sólo ellos están capacitados para informarte o instruirte
debidamente.
Además, es muy necesario que a dicho acompañamiento físico exista una adecuada gestión de emociones, equilibrio psíquico y social, pues la actividad física conlleva un estado emocional y psicológico que debe gestionarse correctamente, y actualmente no todo el mundo está preparado para ello, pues en las Univesidades aún no hay una ninguna asignatura específica, ya muy necesaria desde hace mucho tiempo: “gestión emocional adecuada”.
Para más información, puedes remitirte al libro escrito por mí y que desarrolla de una forma más amplia todas mis investigaciones hechas hasta el momento:
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